Hay momentos que pasan tan rápido, que apenas nos damos cuenta. Los primeros días con un recién nacido son así: una mezcla de emoción, ternura, caos y amor del bueno.
Con Laura y David, habiamos tenido la suerte de compartir y fotografiar su boda y su embarazo, no podíamos faltar en los primeros días de Alejandro, su primer hijo. Nos abrieron las puertas de su casa y también de su vida, con esa calma y dulzura que solo tienen quienes están empezando a descubrir el mundo como familia.
No buscamos grandes escenarios ni poses complicadas. Solo queríamos capturar lo real: los brazos que envuelven, las miradas que cuidan, los silencios que lo dicen todo. Alejandro dormía, se estiraba, lloraba un poco… y volvía a dormirse, como solo lo hacen los bebés que se sienten en casa.
Fue una sesión tranquila, íntima, honesta. Porque al final, lo verdaderamente importante no necesita adornos. Solo presencia. Solo amor.